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“Él me busca y yo duermo”

La falta de deseo es una de los motivos mas usuales de la consulta.Aqui, una lectora reconoce que las ganas de mantener sexo no se condicen con las de su esposo.
 

No sé por qué he perdido el deseo. Mi marido me busca y lo que yo hago apenas me acuesto es dormir, ¿será por que trabajo mucho?
Daiana

Estimada Daiana Hay muchas razones por las que el deseo sexual se puede ver afectado.
En otras columnas hablamos de los vinculados a la edad, los medicamentos, las variaciones hormonales, los problemas de pareja, las situaciones traumáticas vividas en la infancia o la edad adulta, la violencia y el abuso. Como notará, entonces, las causas y los azares son múltiples.
Hay un montón de preguntas que me gustaría hacerle para poder aclarar y especificar su situación, pero no es posible.
La razón que usted menciona no es descabellada. El cansancio influye notablemente en el deseo y más todavía cuando es por un exceso de trabajo.
Hoy, la mayor parte de las veces el exceso de trabajo no es por exceso de entusiasmo o dedicación, sino por defecto de ingresos. Ahí ya sumamos algo más al cansancio: el estrés.
Pareciera que el estrés es el mal de la época, casi no hay quien se salve. Las presiones laborales, de la vida cotidiana, de la exigencia repercuten de manera casi infalible en la sexualidad.
Se hace muy difícil para cualquiera lograr aislarse junto a su pareja y dedicarse a disfrutar. Algo que está vinculado con los sentimientos, con la vida, con el placer se nos va muy lejos. Algo que debería surgir con naturalidad, no lo hace. A lo mejor también por ahí está la trampa, una trampa doble.
La primera, en pensar que se tiene que dar “espontáneamente”, sin necesidad de buscarlo. La segunda, y aunque parezca una contradicción, que se puede lograr de manera voluntaria.
Ni lo uno ni lo otro. El deseo sexual, hablando de una manera exclusivamente biológica, es algo que no se logra por fuerza de voluntad, son necesarios estímulos que desencadenen ese deseo, cosas que lo generen. Tampoco, y por las mismas razones, aparece espontáneamente. No nos agarra distraídos.
¿Cómo hago entonces? Lo primero es no caer en ninguna de las dos trampas, el de la espera eterna de la espontaneidad ni en el esfuerzo voluntario.
A lo sumo que sea espontáneamente deliberado o deliberadamente espontáneo. Hay que planearlo, buscar el momento. Pelear por lograr ese momento de sentimientos, vida y placer. Dejar de postergarlo y regalárselo a uno mismo y a su pareja por el simple hecho de merecerlo.
Lo segundo, tener deseo de tener deseo. No es juego de palabras, pensemos un poco.
Gracias por su consulta.
José Luis Rodríguez. Médico, psicoterapeuta, especialista en sexología clínica. Docente en la Facultad de Medicina de la UNCuyo y en la Facultad de Medicina de la UDA.
uno.sexosentido@gmail.com
www.sexualmentehablando.com.ar

 


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