ACTUALIDAD-. A casi cinco años de la persecución policial que terminó
con la vida de “Chucky” Andrade, se desarrolla el juicio oral y público
contra el oficial Cristian Balaguer, acusado de homicidio agravado por
efectuar un disparo que dio en la arteria femoral. “Fue en la primavera
de 2010”, recordó el Dr. Francisco “Paco” Giménez a Radio Fueguina,
defensor del policía que la semana próxima conocerá su sentencia.
Destacó que ayer “pudo expresarse libremente y
fue claro al declarar lo que pasó esa tarde”, resaltando la “sorpresa
que causó en el Tribunal de juicio” conocer los detalles sobre el uso de
balas de fogueo con cartuchos vacíos.
“Los cartuchos eran de fogueo, y esto siempre estuvo en el expediente, porque esto es un propulsor sin las postas de goma”, describió, dado que dio en la arteria femoral un trozo de plástico que va dentro del cartucho.
Sostuvo que su defendido, como muchos policías, “no sabía que quedaba dentro el plástico transparente que le dio en la arteria femoral a Cristian Andrade, y la lógica indica que eso sale en forma anárquica a cualquier lado y es lo primero en caer”.
Explicó que era usual como procedimiento llevar estos “cartuchos de salva que producen estruendo. Los policías los vaciaban y les sacaban los perdigones”, y así lo relató Balaguer en su testimonio:
“Él decía que en esa época existían los cabarets y vaciaban los cartuchos porque a veces tenían que entrar a un lugar cerrado a tirar un tiro al aire y, si tenían perdigones, caían las cosas arriba de la gente. Nunca se imaginó que iba a pasar lo que pasó”.
Agregó que se expusieron detalles de la persecución, la identificación de Andrade, que “tenía una especie de orden de captura” y que ni siquiera el fiscal acusador niega la existencia del caño que tomó Andrade, con el que intentó abalanzarse contra Gualtieri, el otro policía que iba con Balaguer en el patrullero.
“Ayer declaró Gualtieri, que coincidió con Balaguer respecto de la existencia de la agresión –con el caño-, y dijo que su compañero lo salvó de sufrir de graves consecuencias si le pegaba en la cabeza o en cualquier lado”, apuntó Giménez.
Reconoció que “hubo algunas divergencias del lugar”, respecto de si fue dentro del galpón donde ingresaba a refugiarse el perseguido, o en la vereda, pero “lo importante es que confirmó la versión de Balaguer”.
Se prevé que van a pasar 23 testigos, “casi todos de la fiscalía. Nuestros testigos eran Gualtieri, la primera médica que llegó, que puede decir que lo sacaron inmediatamente del galpón, porque conocían ese domicilio del ámbito delictivo por gente involucrada en el robo a Bridge, donde incluso hubo una especie de tiroteo para su detención. Tenían identificado el lugar como un aguantadero”, sostuvo del inmueble al que se dirigía Andrade.
Resaltó la sorpresa del Tribunal de Juicio por la prueba de la bala de fogueo, porque “está claro que esos cartuchos no tenían perdigones. Esto se explicó en su momento y nadie le dio importancia. Si hubiera tenido perdigones, a lo mejor le arrancaba la pierna y le pegaba a su compañero, que estaba medio atravesado en la línea de tiro”.
También se cuestionó el peritaje que afirmó, en base a las manchas de sangre en la escopeta, que “Balaguer tiró a quemarropa”, cuando “no estaba quemada la ropa y tampoco había manchas en las prendas de Balaguer”.
Las manchas en la escopeta son “indicio de que se contaminó en la maniobra con el herido”, dijo Giménez, y planteó que es usual “tantear” al herido con la punta del arma, por parte de la policía.
Además dio cuenta de las pruebas de balística realizadas, con cartuchos vacíos como tenía Balaguer, para ver si era posible acertar con el trozo de plástico, a fin de descartar intencionalidad de lesionar a quien era perseguido. “El cartucho sale sin dirección y fue el azar que provocó que diera en la arteria de Andrade. Podemos estar un millón de veces tirando”, dijo Giménez, sin lograr acertar como se dio en este hecho.
El abogado estima que el juicio se va a extender esta semana y “entre lunes y martes de la próxima tendremos veredicto, que será cadena perpetua o absolución. En el medio no hay ninguna posibilidad”, advirtió.
De haber condena, por homicidio agravado le corresponde reclusión perpetua, lo que consideró un absurdo porque “nos estamos defendiendo de un homicidio doloso calificado: la acusación equipara esto a que lo hubieran reducido, esposado y disparado un tiro en la espalda. Es como si fuera un caso de gatillo fácil, cuando Balaguer cuenta que salta por la ventanilla del patrullero porque veía venir la situación”, al momento en que Andrade toma el caño y avanza sobre su compañero.
“Trató de evitar la agresión a su compañero, causando el menor daño posible, porque tenía la pistola 9 mm en la cintura y la podría haber usado, pero evaluó que con el estruendo del arma y la voz del alto iba a ser suficiente. De esa manera lo pudieron reducir y tal es así que Andrade se da cuenta de que está herido en la vereda, porque se lo dice la policía. Ni siquiera se había dado cuenta porque estaba bajo los efectos de alguna sustancia tóxica, y de hecho le encontraron Poxirán en sus bolsillos”, agregó.
“Balaguer nunca debió estar en esta situación y la cúpula policial en vez de condecorarlo lo pasó a disponibilidad, lo abandonó, y lo puso a trabajar de mozo en el casino de oficiales”, cuestionó por último.
F: SUR 54
“Los cartuchos eran de fogueo, y esto siempre estuvo en el expediente, porque esto es un propulsor sin las postas de goma”, describió, dado que dio en la arteria femoral un trozo de plástico que va dentro del cartucho.
Sostuvo que su defendido, como muchos policías, “no sabía que quedaba dentro el plástico transparente que le dio en la arteria femoral a Cristian Andrade, y la lógica indica que eso sale en forma anárquica a cualquier lado y es lo primero en caer”.
Explicó que era usual como procedimiento llevar estos “cartuchos de salva que producen estruendo. Los policías los vaciaban y les sacaban los perdigones”, y así lo relató Balaguer en su testimonio:
“Él decía que en esa época existían los cabarets y vaciaban los cartuchos porque a veces tenían que entrar a un lugar cerrado a tirar un tiro al aire y, si tenían perdigones, caían las cosas arriba de la gente. Nunca se imaginó que iba a pasar lo que pasó”.
Agregó que se expusieron detalles de la persecución, la identificación de Andrade, que “tenía una especie de orden de captura” y que ni siquiera el fiscal acusador niega la existencia del caño que tomó Andrade, con el que intentó abalanzarse contra Gualtieri, el otro policía que iba con Balaguer en el patrullero.
“Ayer declaró Gualtieri, que coincidió con Balaguer respecto de la existencia de la agresión –con el caño-, y dijo que su compañero lo salvó de sufrir de graves consecuencias si le pegaba en la cabeza o en cualquier lado”, apuntó Giménez.
Reconoció que “hubo algunas divergencias del lugar”, respecto de si fue dentro del galpón donde ingresaba a refugiarse el perseguido, o en la vereda, pero “lo importante es que confirmó la versión de Balaguer”.
Se prevé que van a pasar 23 testigos, “casi todos de la fiscalía. Nuestros testigos eran Gualtieri, la primera médica que llegó, que puede decir que lo sacaron inmediatamente del galpón, porque conocían ese domicilio del ámbito delictivo por gente involucrada en el robo a Bridge, donde incluso hubo una especie de tiroteo para su detención. Tenían identificado el lugar como un aguantadero”, sostuvo del inmueble al que se dirigía Andrade.
Resaltó la sorpresa del Tribunal de Juicio por la prueba de la bala de fogueo, porque “está claro que esos cartuchos no tenían perdigones. Esto se explicó en su momento y nadie le dio importancia. Si hubiera tenido perdigones, a lo mejor le arrancaba la pierna y le pegaba a su compañero, que estaba medio atravesado en la línea de tiro”.
También se cuestionó el peritaje que afirmó, en base a las manchas de sangre en la escopeta, que “Balaguer tiró a quemarropa”, cuando “no estaba quemada la ropa y tampoco había manchas en las prendas de Balaguer”.
Las manchas en la escopeta son “indicio de que se contaminó en la maniobra con el herido”, dijo Giménez, y planteó que es usual “tantear” al herido con la punta del arma, por parte de la policía.
Además dio cuenta de las pruebas de balística realizadas, con cartuchos vacíos como tenía Balaguer, para ver si era posible acertar con el trozo de plástico, a fin de descartar intencionalidad de lesionar a quien era perseguido. “El cartucho sale sin dirección y fue el azar que provocó que diera en la arteria de Andrade. Podemos estar un millón de veces tirando”, dijo Giménez, sin lograr acertar como se dio en este hecho.
El abogado estima que el juicio se va a extender esta semana y “entre lunes y martes de la próxima tendremos veredicto, que será cadena perpetua o absolución. En el medio no hay ninguna posibilidad”, advirtió.
De haber condena, por homicidio agravado le corresponde reclusión perpetua, lo que consideró un absurdo porque “nos estamos defendiendo de un homicidio doloso calificado: la acusación equipara esto a que lo hubieran reducido, esposado y disparado un tiro en la espalda. Es como si fuera un caso de gatillo fácil, cuando Balaguer cuenta que salta por la ventanilla del patrullero porque veía venir la situación”, al momento en que Andrade toma el caño y avanza sobre su compañero.
“Trató de evitar la agresión a su compañero, causando el menor daño posible, porque tenía la pistola 9 mm en la cintura y la podría haber usado, pero evaluó que con el estruendo del arma y la voz del alto iba a ser suficiente. De esa manera lo pudieron reducir y tal es así que Andrade se da cuenta de que está herido en la vereda, porque se lo dice la policía. Ni siquiera se había dado cuenta porque estaba bajo los efectos de alguna sustancia tóxica, y de hecho le encontraron Poxirán en sus bolsillos”, agregó.
“Balaguer nunca debió estar en esta situación y la cúpula policial en vez de condecorarlo lo pasó a disponibilidad, lo abandonó, y lo puso a trabajar de mozo en el casino de oficiales”, cuestionó por último.
F: SUR 54