Nacieron en EE.UU. por alquiler
de vientre, son una nena y un nene. Ella tiene el ADN de uno de los
padres y él, del otro. Ahora quieren inscribirlos acá como hijos de
ambos.
Las ganas de tener hijos los llevaron primero a intentar adoptar. “Chicos sobran, lo que faltan son padres”, pensaron. Y con esa filosofía viajaron a Misiones. Pero las trabas eran muchas y tuvieron que buscar otro camino. Por Internet, lograron contactarse con laboratorios de Estados Unidos y con una agencia de Boston que les presentó a la mujer que les alquiló el vientre.
En octubre de 2014, la pareja viajó a Estados Unidos y se realizó la inseminación de dos óvulos de una misma donante anónima fecundados con el esperma de Daniel en un caso y de Sebastián en el otro. “Cuando nos ofrecieron la posibilidad de usar el semen de los dos dijimos que sí. Yo me moría por tener un hijo con la cara de Daniel y a él también le gustaba la idea de que se pareciera a mí”, cuenta Sebastián.
El crecimiento de la panza lo vivieron a la distancia. “Ella nos mandaba fotos por mail. De las ecografías participamos en vivo por Skype”, recuerda Sebastián que afirma que la tecnología ayudó para sentirse cerca a pesar de los kilómetros que los separaban. A la semana 20 de gestación fueron nuevamente a EE. UU. para estar durante el scan fetal, conocer al médico que la atendía y el hospital en el que iban a nacer los mellizos. Daniel es obstetra pero asegura que, a pesar de eso, intentó limitarse a ir “como papá” y confiar en los especialistas.
La intención era volver a viajar para presenciar el parto, pero Giuliana y Marco se adelantaron y llegaron a la semana 32 con 1,600 kilos (ella) y 1,490 (él). Daniel, quien llegó al día siguiente del nacimiento, asegura que ese avión le resultó eterno. “Tenía miedo, quería que los tres estuvieran bien. Cuando me encontré con la mujer que nos ayudó nos abrazamos y lloramos juntos. Ahí conocí a mis hijos, fue muy emocionante”, relata conmovido.
En el estado de Texas los anotaron con los dos apellidos aunque a uno como hijo de Daniel y a otro como de Sebastián y sin madre, porque entendieron que se trató de un embarazo subrogado. Al mes y medio, viajó Sebastián para allá y regresaron los cuatro juntos.
La intención de estos padres en el Registro Civil de Capital fue desde el comienzo que les permitieran hacer un reconocimiento parental cruzado para que los dos chicos pasaran a estar anotados como hijos de ambos. "Porque, por ahora, si me pasa algo a mí o al otro papá, uno de los dos chicos queda huérfano", explica Daniel. Pero el pedido lo hicieron hace meses y, hasta el momento, no obtuvieron respuesta. "Nos vienen dilatando el tema y pretenden que vayamos a la Justicia. Para nosotros, no corresponde porque el obstáculo acá no es el vacío legal sino que somos dos varones que recurrimos a la maternidad subrogada", agrega Daniel. "Si una madre soltera tiene un hijo y un hombre se acerca al registro a reconocerlo no le hacen problema", reclama y remarca que su única intención es "proteger a sus hijos". "Sentimos que nos están discriminando y que, en consecuencia, están discriminando a nuestro hijos", sostiene Sebastián. Por eso, el jueves pasado mandaron una carta al INADI contando la situación.
Desde el Registro Civil de Capital Federal destacaron que “tienen la mejor predisposición para solucionar el tema” pero que el problema se originó en el estado de Texas “donde inscribieron a un bebé como hijo de uno de los hombres y al otro, como hijo del otro”. Y agregaron: “Nosotros podemos transcribir las partidas de nacimiento de los dos chicos tal como están, pero no modificar la original como ellos solicitan. La única forma de cambiar la original es judicializando el caso”.