Es una de las fobias más comunes y afecta más a la población femenina.
Según estudios científicos y psicológicos, este pánico se diferencia de las demás fobias porque genera una “respuesta bifásica” en el cuerpo de los que la sufren. Es decir, cuando una persona con hematofobia ve sangre, se produce un aumento de la respuesta cardiovascular, aumentando así el latido cardíaco y la presión arterial. Sin embargo, después del mal momento, el aumento disminuye de forma brusca provocando nauseas, mareos, sudores, palidez y, en algunos casos, hasta el desmayo.
La hematofobia puede surgir por diferentes motivos, en la mayoría de los casos se da por una mala relación con la sangre durante la infancia o por ver a personas de su entorno pasar por malas experiencias con ella. Lo más común es que surja entre la niñez y la adolescencia.
Y vos... ¿tenés hematofobia?
Créditos: Valeria Ortiz.
